Callejeando por la ciudad de los toros, las tapas y la poesía.
- Sissi Arencibia

- 11 sept
- 4 Min. de lectura

Madrid es la ciudad más poblada de España y además es su capital. Es famosa por sus vinos, olivos y su avanzada red ferroviaria. Pero también trasciende por su pintura, las voces de sus cantores y los versos de muchos grandes.
Con elegantes boulevares y cuidados parques, es una ciudad popular por su vida nocturna, el teatro, los bares de tapas y su dominante equipo de fútbol: el Real Madrid, que juega en el estadio Santiago Bernabéu.

En ella hay museos relevantes y posee una maquinaria literaria, compuesta por generaciones que pasaron mucho tiempo pensando a España, haciendo poesía, y mostrando sus frustraciones históricas en versos que recorrieron el mundo entero.
Su mundo intelectual es un patrimonio universal. Las voces de sus creadores resonaron en todo el siglo XX por la proliferación de artistas y poetas que la habitaron, mostrando una sensibilidad que pocos países tienen en su acervo.
Madrid es una capital muy joven y a diferencia del resto de Europa, no hay muchos edificios anteriores a 1561, cuando se traslada la corte y el alcázar de la familia real desde la ciudad de Toledo.

Su patrón es San Isidro y para sus fiestas venían los mejores toreros a la Plaza, en su tiempo la más importante del mundo.
Muy a pesar de que hoy no se practique, no podrá hablarse de España sin hacer alusión a los toros, las tapas y los frescos de Goya.
Con una de las colecciones más importantes del mundo, el museo del Prado atesora la mayor parte de la obra de ese pintor, adelantado a su tiempo y con gran sutileza para criticar la ignorancia en tiempos de la Ilustración Francesa.

Goya es de esos personajes con almas elaboradas y muchos matices que, si bien pueden mostrar los personajes divertidos y populares en sus cuadros, también pueden hacer gala de las sombras más profundas.
Es de esos que la historia inmortalizó porque logró entender grandes verdades del alma humana.
Como tantos creadores de este país a través de la sátira y la picaresca, Goya mostró en sus cuadros una radiografía de la realidad.
España es una nación que se formó entre el sainete, la farsa y la grandeza de un imperio atípico. Un pueblo que edificó sus bases en torno a la cultura de la viveza, del pillo, de los buscadores de fortuna y de la conquista del oro.
Es grande en las letras, porque muchos poetas de talla mundial salieron de ella. Yo la descubrí de la mano de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Góngora, Quevedo y de aquellas lecturas obligadas de Fuenteovejuna y del Lazarillo de Tormes.

Luego reforzarían esa visión Machado, Unamuno, Azorín, Pío Baroja, la llamada Generación del 98, que va a buscarle los caminos y la identidad al reflexionar sobre una esencia perdida que sentían que se les escapaba.
Tanto la generación del 98 como la del 27, con Lorca, Alberti y Miguel Hernández, ayudaron a definirla como nación tras la pérdida de las colonias de ultramar y su condición de imperio. A través de su lírica intentaron replantear su lugar en el mundo.

Ellos pusieron en palabras el malestar de un país que se quedó rezagado con relación a la modernidad y la Revolución Industrial que vivió Europa. Les tocó ese tiempo adverso, donde se formaron las heridas del pueblo español.
Aparte de vivir y sentir ese sentimiento de apatía, indiferencia, de frustración profunda, los poetas llevaron al papel el dolor de un proyecto fracasado y lo remarcaron de una manera muy fuerte en la literatura.
Pudiera decirse que ellos inventaron el alma española, luego del inmovilismo y el exilio doloroso. Acarrearon a su poesía esa profunda sensación de fracaso, al tiempo que trataban de evitar el rompimiento de la patria y el estallido de la guerra civil.

Y esa es una de las grandes paradojas de España: mientras más se sumió en la oscuridad a lo largo de los años, mayor luminosidad tuvieron sus creadores, quienes fueron cronistas de esa tragedia.
Narrar esa parte es obligado porque marca su historia y el halo cultural tan vasto de este país.
Mientras más poderoso fue su desgarro, más tenaces fueron las miradas de aquellos a través de las cuales lo conocimos.

De él provienen muchos duros de la literatura y el arte. España revolucionó el mundo plástico de la época y también el cine. Del primero son la pintura de Dalí y el cubismo de Picasso. El segundo entró con el surrealismo de la mano de Luis Buñuel.
Con todos me acerqué al alma de una nación, altamente preocupada por sus problemas locales y con una historia de rompimientos.

Pero también a un lugar donde anidan muchos rincones para pasar el rato, con su sabor mediterráneo, sus vinos y sus deliciosas tapas.
Basta callejear la ciudad para percatarte de la vida que corre por ella.
Se trata de un destino lleno de museos y de vida cultural, con una esencia marcada en cada típico olé y una gracia torera presente hasta en los encurtidos que acompañan la cerveza de media mañana.




Muy bien ilustrado, explicado y resumido este contenido por tú parte , además muy útil para refrescar esta gran diversidad , cultural , literaria y gastronómica q hace a España un destino interesante y atractivo .