Contemplar el curso de un río te hace estar presente.
- Sissi Arencibia
- hace 22 horas
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Hablar de renacer es salirse del cronograma, de lo típico, de lo planeado. Es escoger distinto, cambiar el estilo, tener una motivación extra y aprovechar las oportunidades para vivir de forma distinta.
Cuando te regeneras hay una alta energía y mayor vitalidad. Recuperas la motivación, te brindas mayor atención y le das un nuevo norte a lo que venías haciendo. Entiendes que la vida es una aventura que hay que vivir al máximo y aceptas esa parte.
A mi modo de ver es poder ver esa luz interior que todos llevamos, encontrar la respuesta a la pregunta que te has venido haciendo o abrir algunas puertas después de vivir muchos cambios intensos.

Nada es mejor que la sabiduría de los viejos proverbios zen para entender ese proceso, porque la disciplina de esa escuela oriental busca transformar la conciencia para vivir la vida tal y como acontece en el momento presente.
Todo lo que nuestra agitada cultura occidental pueda aprender de esos temas debe buscarlo al otro lado del mundo y como a todos nos llega el tiempo de dar pequeños pasitos en vez de grandes saltos, recurro a esa filosofía cada vez que puedo para conectar con el ahora.

Es gracioso lo difícil que resulta para algunos de nosotros simplemente estar.
De acuerdo con los budistas, existen momentos en los que tu gran sueño debe permanecer latente en tu consciencia para poder prestar atención a las tareas más simples de la vida.
Pensar en la poda de un árbol, en el acto mundano de retirar las hojas muertas o regar la tierra, no solo permite que la naturaleza siga su curso, sino que limpia tu energía para poder vivir los momentos que te acercarán a lo que persigues.
Cuando apartas a un lado tus objetivos, estás más receptivo, pero -sobre todo- estás presente.
Para ellos permanecer en el silencio, mirar al vacío y dejar espacio para respirar son pasos previos para manifestar los principios de prosperidad y abundancia. Al vivir sin pensar en lo que va a pasar, dejas que el universo te pueda sorprender.

Corta madera, acarrea agua, aconseja el proverbio zen. Mientras haces esto, recuerda, el espíritu podrá ir moviendo las montañas para poner en marcha los milagros que están en camino hacia ti.

Lo anterior me lleva a describir mi presente como una etapa de sabia energía, que es -en resumen- la de quien se siente segura y en equilibrio.
La de alguien capaz de moverse por un camino de piedra con un andar despacio y despreocupado, identificando lo que necesita aprender y dejando que el corazón recuerde que no todo tiene por qué ser difícil de conseguir.
Y en ese andar paso a paso, me tomo el tiempo para observar lo que sucede, con consciencia del momento y con la atención puesta en las tareas pequeñas.
La posición que tengo hoy es la reconsiderar todo aquello que la vida me pone por delante, porque ya caí en cuenta que todo tiene su tiempo, su espacio y que no hace falta caerle atrás.
Ya comprendí lo poco factible de intentar controlar la energía para que se haga nuestra voluntad, y ahora miro hacia delante, pero también hacia abajo y hacia arriba, confiando en su plan y en su tiempo.

Vengo de un ciclo que de a poco cede paso a lo nuevo y me mantiene con la conciencia despierta, ocupándome de lo justo y lo necesario, de trazar la dirección correcta, donde solo se puede entrar por la puerta grande.

Es un período de asentamiento espiritual, donde no tomas prisas y solucionas las cosas así sin más.
Una etapa que te lleva a esa ansiada paz interior, donde sueltas pesos, cargas, energías estancadas, y recuperas la confianza.
Donde has aprendido que todo es posible, porque la materia prima para hacer realidad los sueños, está dentro de ti.
Sientes que en el orden se encuentra el equilibrio y por eso te permites más espacios de silencio para inspirarte y regenerarte.
Mi sendero tiene luz porque aprendí a confiar en el proceso, a no magnificar los contratiempos, a alejarme un poco de la multitud y acercarme más a Dios.
Las aguas del río corren y siempre llegan al mar. No hay que ir de prisa. Hay que detenerse y verlas correr para contemplar los pequeños desvíos que hace una piedra en su curso. Eso es estar presente.

Que bonito Sissita !!. Que real !!. Así es , en la vida tienes momentos de mucho ruido que te distraen y no te dejan escuchar la voz más importante ni lo que tiene preparado para ti . Son en esos momentos tranquilos y siempre en relación con la naturaleza donde puedes escucharlo , reflexionar y esperar algo mejor !!. Hermoso !!