La carta natal es como una brújula que te orienta en el camino.

Cuando pienso en mi evolución como ser consciente y en los tantos recorridos interiores que hice para encontrarme y transmutar, he de decir que no cambiaría mi experiencia por ninguna otra. Ella me ha dado suficiente material para escribir.

A veces se dificulta pulir los dones y ubicarte en el eje que te quieres poner cuando amplias el campo cuántico. Las pruebas se vuelven más fuertes, pero -a pesar de ello- estar montada en ese tren energético siempre resultó interesante.

Desde temprana edad busqué respuestas, porque saber sobre eso despertaba mi curiosidad.

Estudié mi carta natal para entender y me hice de la opinión de expertos en el tema. En su mayoría coincidieron en lo de ser un eje de transmutación constante, con poder para sanar el entorno.

Aunque muchos no lo consideren tanto, las posiciones astrológicas en el momento del nacimiento suelen influir en el comportamiento de nuestras vidas y en aquello que venimos a poner conciencia e iluminar.

Indagar sobre las interpretaciones de mi microcosmos me aclaró el por qué muchas veces estoy en este tipo de tesituras, navegando en los océanos profundos y modificando mis ondas de pensamiento para recibir la abundancia que viene de lo Alto.

A través de ellas entendí que cuando la vida me coloca en la cresta de la ola y tengo enfrente el bien y el mal, cada uno con su toque particular, puedo discernir y llevar con responsabilidad mi poder.

De acuerdo con un informe espiritual elaborado por investigadores seguidores de los fundamentos de Edgar Cayce, el ver las facetas más oscuras de la vida y vibrar desde el amor como un faro de luz, es una de las mayores bendiciones que traigo.

Sin buscarlo, lo eres, porque es algo escogido por nacimiento, asienta el escrito. “Eso te trae camino y estructura de vida para mover a otros individuos hacia buenos fines, en tanto les haces sentir confianza y fe en sí mismos”.

El tener mi Luna en aspecto armónico con Mercurio y con el Sol me hace sensible a la naturaleza de la psicología humana y me lleva a poner notas de color, sabor y música en la enseñanza, la palabra y las relaciones humanas.

Según las visualizaciones de la escuela del experto, lo anterior me permite desarrollar la congruencia, uno de los aspectos más difíciles de encontrar en un ser humano.

Fundir el mundo de la conciencia con el inconsciente es algo complicado de lograr, ya que en las personas es más frecuente que la realidad vaya por un lado y la imaginación por otra. Los hechos son unos y las ilusiones otras.

Su argumento sostiene que quien tiene la ventaja de poder integrar esas energías hacia un fin y que este pueda ser elevado, cuenta con un poder enorme, aunque su camino no está exento de pruebas.

Lo cierto es que cuando yo contrasto las opiniones vertidas en mi carta natal con mi vida tengo que admitir que Dios me dotó de talentos para expresar las ideas e hilvanar los pensamientos de manera que estos sean entendibles para los demás.

Me dio habilidad verbal para aconsejar a partir de mi experiencia y esas destrezas se han desarrollado en los viajes y en este blog, donde transmito mensajes que conectan con personas de diversas regiones.

Si bien yo necesito de esas historias para alimentar mi mente, la posibilidad de transmitirlas a otros me llevó a percibir reflejos de la armonía universal y acceder a misterios mayores de sabiduría vital.

Por eso estudiar y entender esa foto del cielo en el momento en que vine al mundo es uno de mis hobbies favoritos. Con ella gané coherencia y aprendí a manejar mi mundo, incluso a trabajar con los dones.

Acercarse a la carta natal es de valientes. A través de ella aprendes a vivir y te sientes más tranquilo y relajado en el proceso. Es como una brújula, una ruta, que te orienta y ayuda en el camino.

Es un mapa de posibilidades que nos permite saber sobre nuestras áreas confortables, así como las oportunidades y desafíos que necesitamos para crecer.

Mirar dónde está mi luna para tratar la energía vinculada con la infancia, cómo funciono a nivel interno y en los vínculos, y dónde se ubica mi sol para clarificar la identidad y el cómo me expreso desde la autenticidad, me propició comprender para luego llenar los vacíos de a poco.

Supe sobre mi apreciación de la belleza, la armonía y lo elevado de mi sentido de la justicia y del equilibrio. Estudiarla me instó a generar belleza tanto en el mundo de las formas exteriores como en el dominio de lo interno.

También sentir ese espíritu revolucionario de gran fuerza y empuje que en ocasiones parece que va a cambiarlo todo en pocas semanas y ese temperamento rápido e inquisitivo que se acentúa en los retos y contratiempos de la vida.

En ese informe, de varias páginas, pude comprender sobre mi necesidad de hablar conmigo misma, porque allí se asienta que en un ciclo anterior pude ser escritora o trabajadora del mundo de los libros.

También que dediqué buena parte de mi energía a la transformación interior y el aprendizaje de verdades que no son tan visibles normalmente.

Eso y la generosidad a la hora de transmitir mis conocimientos en vidas pasadas, me acarrearía al presente la recompensa de muchos viajes y el acceso a círculos elevados de cultura e intelecto.

El texto sostiene que gran parte de mis energías se dedicaron a proyectos de envergadura social, por lo que tendré en el presente la oportunidad de volver a retomarlos, imprimiéndoles de nuevo mi sello.

Y como cada uno es un universo que trata de verse desde adentro, este conocimiento ha sido básico para entenderme. Estudiar la esencia individual es el mayor desafío de los que tienen el sol donde yo lo tengo.

Es el trabajo de quienes tienen la octava posición en la rueda, de quienes somos llamados a la transmutación y al cambio. Conocernos da dirección para poner el enfoque, para equilibrar la energía y para que nada obstruya la calidad del pensamiento.

En medio de la confusión social reinante, la verdadera revolución de cualquier persona está en cambiarse primero a sí misma. Los que transitan ese camino son guerreros espirituales, cuyas armas no se blanden en lo físico, sino en el nivel de lo sutil.