Mi camino y el viaje del héroe.
- Sissi Arencibia

- 16 oct
- 4 Min. de lectura

Recuerdo a recuerdo, palabra a palabra, hago mío el intento de forjar algo propio. Ese es el propósito, la razón de existir. Por eso me entrego a este blog, el cual me permite integrar lo aprendido y aportar un granito de arena, cualquiera que este sea.
Tomar como punta de lanza mi experiencia personal para activar aprendizajes y cambios, usar los viajes para enriquecer el saber adquirido y conformar historias, es lo que hace reconfortante y plena mi senda personal.

De eso se trata la energía del viaje. No somos diferentes a los personajes de nuestros libros, ni a los héroes de nuestras pelis. Exactamente igual que ellos, desafiamos las circunstancias para aprender a manejar nuestros recursos internos.
Detrás de los dragones y los demonios, de la bruja y de Doroty, por solo hablar de El mago de Oz, está la necesidad de emprender una aventura, la capacidad de atravesar ese límite que la vida nos pide.

Y al embarcarnos, aprendemos; pasamos por lugares oscuros para enfrentar nuestros miedos; sacamos la fuerza escondida, cuando encontramos un punto crítico; nos redimimos y mejoramos a través de esa prueba.
Esa es la experiencia de estar vivos: encontrar la misión para la que estamos llamados. Descubrir esa visión más allá, pelear con dragones que son solo nuestros, entrar en cuevas profundas para encontrarnos y, por supuesto, regresar para contar la historia.

Aportar tu regalo al mundo es el colofón de ese tránsito. Y aunque algunos lo puedan ver como un tiempo invertido de más, esa es la voluntad del sanador consciente, quien busca el divino equilibrio con una sensación de propósito.
Ese es el punto donde yo me encuentro. Y cuando estás ahí es porque dentro de uno algo se activó y te guía por una dimensión que no alcanzas a ver, pero sabes muy internamente que te conduce a una nueva forma de vida.
Llegar a esa etapa supone haber creído en fuerzas mágicas para el bien y enfrentarse a la oscuridad con todo tu ser.

A diferencia de cuando eres niño, aquí no hay superhumanos que vuelan con capas, usan coronas y luchan por la justicia, en este camino es uno el héroe que decidió intervenir, porque ese camino conduce al despertar.
A manera de claves y en forma de sincronías, tu realidad te da pistas a diario
de tu alineación a la espiral universal.

Llegar ahí supone haber dado un salto, luego de un proceso de quiebre. Entender que algo se modificó y nos obligó a abandonar nuestro lugar, para desde ese punto lejano y en soledad, evaluar creencias y reestructurar la vida.
Explicarlo es más difícil que entenderlo. Pero, lo que puedo decir desde mi experiencia es que esa especie de mapa, ese círculo de etapas que atraviesa el llamado viaje del héroe, nos conduce por derroteros más tranquilos.

En mi caso, permitió que ayude a otros a entender que el esfuerzo de transitar hacia algo mejor asegura un porvenir.
Aunque no lo sabía al inicio, ese tránsito lo hice acompañada de una fuerza mayor. Y eso de a poco me daba certeza de que nada sucede por coincidencia y que nada en la proyección de ese viaje podía salir mal.
Hoy tengo la ruta clara, pero no siempre fue así. Esa fuerza, a manera de susurro, tuvo que recordarme muchas veces que confiara en el proceso, que no estaba sola. Que toda situación difícil nos fuerza a aprender, y es la manera de poder transformarnos.

Cuando tu espíritu se pone a prueba, también lo hace tu valor. Eres probado para ver cuán fuerte eres. Llegan las dudas y los cuestionamientos sobre lo que es la moral, el amor y las creencias para ti.
Y en ese batallar acabas reconociendo que el poder para guiar tu vida pertenece a ti, está en ti. Cuando ese proceso te permite volver al mundo físico para difundir el mensaje, es que percibes la fortaleza y la alineación.

Tu aporte es la última etapa del viaje, cualquiera que sea tu granito de arena.
Pero para llegar a eso, por lo menos yo tuve que darme cuenta y hasta defender que en la variedad reside la genialidad de la vida. Incluso, en el camino de la fe, tenemos preguntas, respuestas, interpretaciones diferentes, y esa es la belleza.

Tuve que abrir la mente para entender en lo que creía, para ver lo que estaba en mi alma, para convencerme de la autenticidad de lo que poseo y, al propio tiempo, tener un nivel de apertura para aceptar las creencias de los demás.
Es la combinación de las distintas notas lo que crea la música. La música de creer en algo más grande que uno mismo.
Todo eso me ayudó a acoger a las personas, a comprender que sus actos son más importantes y determinantes que sus creencias, a dar valor a la fe, porque me proporciona paz, y la verdad no conozco a mucha gente que esté en paz.

Fue crucial entenderlo. Eso ayudó en su camino a las personas más inspiradoras que conozco, quienes desarrollaron su potencial y ayudaron a otros a explorar el suyo, después de comprender un par de verdades.
De tal manera que, poco a poco y a través de este blog, empecé a dar cuenta de la manera en que acomodaba mi mundo para dar un nuevo enfoque a mi energía, cambiar las visiones y perspectivas de vida.
Ese giro, que en mi caso me lo dio el trayecto, no solo te renueva y libera, sino que te hace entender, crecer y evolucionar.

Embarcarme en ese viaje me llevó a un camino prometedor, a tener conexiones hermosas y a ejercitar la palabra. Y esa es una enorme bendición.
De las mayores recompensas de aventurarme, la primera es la experiencia de sentirme viva, la capacidad de observar todo, como si fuera la primera vez, y el vivir según mi intención.
La segunda es el poder de la palabra, que me permite describir mis andanzas por el mundo y transmitir las vivencias que me han hecho fuerte. Manifestar esa realidad ayudó a que mi travesía tuviera un propósito.




Comentarios