Por entre las columnas de Amón.
- Sissi Arencibia

- 4 dic
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Si un lugar mantiene vivo en el tiempo el testimonio de lo que fue la vida en la antigüedad, ese es Egipto.
No hay otro que muestre con esos niveles de conservación el manifiesto pictórico de sus aventuras, historias y realidades, grabadas en los hermosos templos que se levantaron durante el imperio medio.

Esa manera de esculpir en los relieves todo aquello que hicieron, sintieron, amaron y adoraron, como si fueran cuentos para la posteridad, es lo que hace magnifica la experiencia de llegar allí.
La ribera oriental del Nilo es rica en hallazgos arqueológicos y es conocida por albergar los templos más sorprendentes, los cuales nos llevan de una forma vívida y profunda por una ruta que abarca milenios.
Allí está Luxor y Karnak, los famosos templos tebanos que se conectaban por un largo camino sagrado, pavimentado con bloques de arenisca y bordeado por cientos de esfinges de piedra.

En ellos está la huella indeleble de las casas seguidoras de Amón Ra, que tras el imperio medio ofrecieron a Egipto el período más floreciente y esplendoroso de su historia.
Las columnas levantadas en honor a Amón en la gran sala hipóstila hacen de Karnak el más notable de su tipo erigido en la capital del imperio, donde se consideró un influyente centro de culto de los dioses en Egipto.

Unas 134 columnas de alturas monumentales imitan entre otras cosas los tallos de papiro, representando el pantano primigenio del cual surgió la vida, según la mitología egipcia.
El templo era conocido como el más selecto y uno de los lugares de culto más ricos de la Antigüedad. En él se coronaban los faraones, quienes buscaban el favor del dios principal del panteón erigiendo edificios y obeliscos monumentales.

Amón no solo era una figura religiosa, sino también un símbolo de unidad y poder. Su culto en Karnak atrajo a devotos de todo Egipto, consolidando la posición de Tebas como corazón espiritual del imperio.
Muchos gobernantes contribuyeron con su edificación, adicionando elementos arquitectónicos y decorativos a medida que pasaron las dinastías. El resultado de esos toques es una grandeza y monumentalidad que paraliza.

Por entre las columnas de Amón hay todo un complejo de santuarios, capillas y hasta un lago sagrado dedicado a ese dios, cuyas vías procesionales están flanqueadas por esfinges con cabeza de carnero que fungían como guardianas y protectoras.
Los ejes principales de Karnak están orientados hacia la salida del sol y fueron diseñados para impresionar. Sus dimensiones junto a la riqueza de sus decoraciones reflejan la importancia que los antiguos otorgaban a sus dioses y a la vida después de la muerte.

Los templos egipcios son una especie de túnel en el tiempo para comprender la identidad y la cultura de esa civilización, porque los detalles del culto y de su cosmogonía fueron reflejados en esas tallas de manera precisa.
En dimensiones e imaginación, Karnak excede todo lo que estamos acostumbrados a ver, porque en las épocas actuales no se concibe con ese derroche de recursos e ingenio. Se dice que su proyección responde a un plano sagrado y que sus secretos se encuentran aún enterrados.

La altitud de sus columnas sobrepasa la perspectiva del ojo humano, y en ellas están impresos los sueños, creencias, anhelos, andares, cultos y todo lo que concierne al estilo de vida de esa cultura.

La idea de incluir en esos espacios los obeliscos muestra cómo se fue cimentando una grandeza.
Levantadas en honor a Ra, esas estructuras hechas en una sola pieza de granito y con alturas que rondan los 90 metros, fueron de los aspectos esenciales que caracterizaron el imperio nuevo y que distinguieron a templos como Karnak.

Todo lo grande y glorioso de Egipto vino después de algunas crisis dinásticas, de las que ellos pudieron salir. Tanto el imperio medio como el nuevo se cimentaron a pesar de algunos períodos turbulentos suscitados en la transición.
En la sucesión de las etapas hay elementos claves que marcan la característica esencial de cada imperio. Si bien las pirámides como cámaras funerarias distinguen al antiguo, los templos caracterizarán al medio.

Pero, en los mil 200 años que tendrá lugar el imperio nuevo, una excavación en las montañas hará que el panorama del valle de la ladera occidental del Nilo cambie.
La construcción de unas tumbas llenas de cámaras y pasadizos en un valle haría de ese lugar algo sagrado que el mundo contemplará con ojos fastuosos. Volar en un globo sobre ese tiempo fue uno de los más lindos recuerdos de mi viaje a Egipto.




Muy buen trabajo,siempre se disfruta leer tus contenidos con impecables descripciones sobre temas de gran interés,es impresionante en este caso la explicación de tu experiencia en la visita a una d las monuntales obras d la arquitectura de Egipto .