En Egipto, el tiempo duerme entre pirámides.
- Sissi Arencibia

- 13 nov
- 4 Min. de lectura

Además del misterio que alimenta la leyenda de su origen, se dice que en Egipto el tiempo duerme entre pirámides. Ellas son más antiguas que todo lo antiguo y hasta el tiempo les teme, según recuerda un proverbio árabe.
Su fascinación parte de la fuerza energética que desprenden y que han servido para conseguir alturas estables y duraderas. Hay poco más de 200 de su tipo en el país y son el testimonio más relevante y poderoso del imperio antiguo.
Ante ellas me sentí pequeña, irrelevante, como si la historia misma me mirara desde lo alto, desde una geometría perfecta que ha vencido al viento, la arena y el paso de los años.

Las de Egipto atravesaron muchas culturas. Fueron concebidas durante la IV dinastía antigua, alrededor del 2600 a.n.e, como tumbas para el descanso de los faraones y símbolos eternos de su poder.
Por medio de ellas los egipcios trabajaron la inmortalidad. Esas figuras de piedra figuran entre lo más llamativo y emblemático que viene a la mente cuando se habla de su cultura. Es uno de sus íconos más importantes.

Toda suerte de enigmas las envuelve. Se dice que en ellas estaba el libro de los muertos, contentivo del orden que llevaba el paso al inframundo: el sentido de la vida para los habitantes del Nilo.
Desde la momificación, las vendas, las barcas, los sarcófagos de madera, el recubrimiento de oro, las máscaras, hasta las mastabas, el texto resumía instrucciones precisas de todo ese ritual, que se completaba en estos complejos funerarios.

En torno a las pirámides hay muchos misterios. Algunos, se sabe que existen, pero no se han descubierto aún.
Su magia está en los diferentes niveles de lectura. Se habla de una energía que desarrolla un nivel de fuerza altísimo, a la vez que momifica y conserva todo.
Por eso las grandes civilizaciones han utilizado las formas piramidales a través de los años.

Hay hipótesis que alegan que no fueron tumbas, sino observatorios, formas de dirigirse a la bóveda celeste para entender el sol y las estrellas. Pudieron tener un propósito funerario, sí; pero también astronómico.
Hay lecturas geológicas, numerológicas en torno a ellas y cada una supone una mirada diferente.
Ninguna lleva a conclusiones definitivas, porque los egipcios entendían el mundo de una manera peculiar. La forma en que plantearon su cultura no es superada ni completamente entendida por nosotros.
En un intento por lograr la perfección, las pirámides fueron levantadas desde el alba de los tiempos.

Con ellas tenemos una mirada histórica y otra arqueológica, porque se han encontrado sarcófagos dentro de sus cámaras subterráneas, que no se sabe si se trata de entierros simbólicos o fueron hechos para despistar a los saqueadores.
Al viajero le muestran las de Keops, Kefrén y Micerinos, que son las del complejo de Giza, pero alrededor de esa zona hay cantidad de intentos, algunos logrados y otros fallidos.

Cuando caminas por entre sus sombras te preguntas como fue posible semejante proeza, sin contar con la tecnología moderna para ello.

Colocar esos bloques de piedra caliza de varias toneladas en una perfecta simetría sigue siendo un misterio para la ciencia que todavía se cuestiona si fueron rieles, rampas, fuerza bruta o genialidad de los autores de esos colosos.
Cuesta asimilar su construcción en momentos donde se desconocía la rueda y, aunque se hable de rampas, el hecho de subir esos bloques es complicado de imaginar. Con su grandiosidad, ellas lograron atravesar la barrera de todo el espacio de lo humano.
Es por eso su intención de eternidad e inmortalidad. Ellas son parte de una cultura ideada para trascender, para perdurar en el tiempo y ese es su rasgo más característico.

Las pirámides son un capítulo esencial para entender la historia de Egipto. Es de donde partimos para recrear las gracias de una nación, cuya fuente de vida es un río que corre en medio del desierto.
Todo allí es revelación. Es un eco que resuena desde el pasado para recordarnos que lo eterno puede construirse con manos humanas.

Visitarlas es descender a las profundidades del tiempo. Es viajar a una civilización que talló en jeroglíficos su deseo de inmortalidad. Y lo logró.
Mientras caminas entre las piedras y el viento cálido te acaricia la cara, sabes muy dentro tuyo que estás pisando historia viva.
La Gran Esfinge –con cuerpo de león y rostro humano- que guarda el complejo funerario como si fuera su centinela eterno es una figura cuya leyenda se pierde en el confín de los tiempos. Se dice que son prodigios de sabiduría y se debe a ellas el conocimiento.

Su imagen se ha repetido en muchas culturas y las teorías en torno a esas figuras predicen que debajo de ellas yacen bibliotecas que contienen el conocimiento de la humanidad.
Con su mirada enigmática, la de Egipto levanta toda clase de suspicacias.

Evidencias de su deterioro hacen suponer que ella está desde el inicio de los tiempos. La presencia de humedad en la esfinge no encuentra explicación en la zona hasta el año 10 mil antes de cristo.
La arena arremolinada a sus pies podría enterrarla, como otras veces, o descubrir nuevas verdades. Allí están las bases arqueológicas sobre las cuales están montadas las tormentas de arena y sus silencios.
También el relato integral de una nación y la disposición espacial sagrada de sus estructuras.



Me encantó leer todo lo relacionado con Egipto,sus pirámides y todos los misterios que alberga su arquitectura .
Interesante saber cómo llegaron a perfeccionarse en épocas tan milenarias.
La verdad muy interesante Egipto,!!!!!
Gracias Sissita por ilustrarnos siempre con cosas nuevas para mí
Interesante historia la de Egipto !!. Toda su historia es tan rica y enigmática .. y la describes tan detallada .. Gracias Sissita por compartirnos ..